Comentario
Del segundo rey o Inca que hobo en el Cuzco, llamado Sinchi Roca.
Pues con la más brevedad que pude escribí lo que entendí de la gobernación y costumbre de los Incas, quiero volver con mi escriptura a contar lo que hobo desde Manco Capac hasta Guascar, como atrás prometí. Y así, déste como de otros no dan mucha noticia los orejones, porque, a la verdad, hicieron pocas cosas; porque los inventores de lo escripto y los más valerosos de todos ellos fueron Inca Iupanqui y Tupac Inca, su hijo y Guayna Capac su nieto; aunque también lo debe causar la razón, que ya tengo escripta, de ser éstos los más modernos.
Luego, pues, que fue muerto Manco Capac y hechos por él los lloros generales y osequias, Sinchi Roca Inca toma la borla o corona con las cirimonias acostumbradas, procurando luego de alargar la casa del sol y allegar a sí la mas gente que pudo con halagos y grandes ofrecimientos, llamando, como ya se llamaba a la nueva población, Cuzco. Y algunos de los indios naturales dél afirman que, a donde estaba la grande plaza, ques la misma que agora tiene, había un pequeño lago y tremedal de agua que les era dificultoso para el labrar los edificios grandes que querían comenzar y edificar; mas, como esto fuese conocido por el rey Sinchi Roca, procura con ayuda de sus aliados y vecinos deshacer aquel palude, cegándolo con grandes losas y maderos gruesos, allanando por encima donde el agua solía estar, de tal manera que quedó como agora lo vemos. Y aún cuentan más, que todo valle del Cuzco era estéril y jamás daba buen fruto la tierra dél de lo que sembraron y que de dentro de la grand montaña de los Andes trajeron muchos millares de cargas de tierra, la cual tendieron por él; con lo cual, si es verdad, quedó el valle muy fértil, como agora lo vemos.
Este Inca hobo en su hermana y mujer muchos hijos: al mayor nombraron Lloque Yupanqui. Y visto por los comarcanos al Cuzco la buena orden que tenían los nuevos pobladores que en él estaban y cómo traían a su amistad las gentes más por amor y binivolencia que no por armas ni rigor, algunos capitanes y principales vinieron a con ellos tener sus pláticas, holgándose de ver el templo de Curicancha y la buena orden con que se reglan; que fuese causa que firmaron con ellos amistades de muchas partes. Y dicen más, que, como hobiese venido al Cuzco, entre éstos que digo, un capitán del pueblo que llaman Zañu, no muy lejos de la ciudad, que rogó a Sinchi Roca, con gran veemencia que en ello puso, que tuviese por bien que una hija que él tenía muy apuesta y hermosa la quisiese recibir para darla por mujer a su hijo, entendido esto por el Inca pesóle, porque era lo que se le pedía cosa que si lo otorgaba iba contra lo establecido y ordenado su padre; y, si no concedía al dicho deste capitán, quél y los demás los ternían por hombres inhumanos, publicando que no eran más de para sí. Y, habiendo tomado consejo con los orejones y principales de la ciudad, paresció a todos que debía de recibir la doncella para la casar con su hijo, porque hasta que tuviesen mas fuerza y potencia no se habían de guiar en aquel caso por lo que su padre dejó mandado. Y así, dicen que respondió al padre de la que había de ser mujer de su hijo que la trajiesen y se hicieron las bodas con toda solenidad, a su costumbre e modo, y fue llamada en el Cuzco Coya; y una hija que tenía el rey, que había de ser mujer de su hermano, fue colocada en el templo de Curicancha, a donde ya habían puesto sacerdotes y se hacían sacrificios delante de la figura del sol y había porteros para guardarla de las mujeres sagradas de la manera y como está contado. Y como este casamiento se hizo, cuentan los mismos indios que aquella parcialidad se juntó con los vecinos del Cuzco y, haciendo grandes convites y borracheras, confirmaron su hermandad y amistad de ser todos uno. Y por ello se hicieron grandes sacrificios en el cerro de Guanacaure y en Tampuquiro y en el mesmo templo de Curicancha. Lo cual pasado, se juntaron más de cuatro mill mancebos y, hechas las cirimonias que para ello se habían inventado, fueron armados caballeros y quedaron tenidos por nobles y les fueron rasgadas las orejas y puestos en ellas aquel redondo que usar solían.
Pasado esto y otras cosas que sucedieron al rey Sinchi Roca, que no sabemos, después de ser viejo y de dejar muchos hijos y hijas murió y fue muy llorado y plañido y le hicieron osequias muy suntuosas, guardando su bulto para memoria que había sido bueno, creyendo que su ánima descansaba en os cielos.